El pasado domingo 5 de noviembre se conmemoró el “Día Mundial sobre la Sensibilización de los Tsunamis” de acuerdo al calendario de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Esta fecha, busca crear conciencia en la comunidad para estar siempre preparados ante la ocurrencia de un evento de ese tipo.
La Autoridad Marítima de Panamá (AMP), como Punto Focal de la Comisión Intergubernamental, (COI) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), ha organizado en Panamá desde el año 2004, el tema de tsunami mediante un Comité.
“Panamá requiere de una coordinación y preparación adecuada en caso de un tsunami”, señaló el Jefe de la Unidad Ambiental de la AMP, Arnulfo Sánchez, quien a su vez es el Vicepresidente de la COI, de la UNESCO.
Necesitamos mantener una coordinación adecuada con las diferentes entidades involucradas que serían convocadas en caso de darse un tsunami en el país, para así poder aplicar unas medidas preventivas eficaces; establecer una guía de procedimientos coordinados que permitan la diseminación de alertas, realizar un manejo adecuado de crisis, asegurando una respuesta rápida y eficiente de las autoridades.
Evaluar el riesgo de un tsunami implica considerar también el grado de vulnerabilidad de las comunidades costeras, hay que identificar la probabilidad de que sobrevenga un tsunami, basándose en las posibles causas conocidas y en una revisión de los datos históricos. Por otra parte, para calcular la vulnerabilidad hay que identificar las condiciones físicas, sociales, económicas y medioambientales preexistentes que determinan la susceptibilidad de una zona a padecer daños o pérdidas. Esta información es esencial para definir las estrategias de gestión frente a los desastres.
Tsunami de origen local o distante, consiste en una serie de olas que se generan por perturbaciones en un cuerpo de agua, ya sea por un terremoto, erupción volcánica, deslizamiento submarino o impactos meteorológicos. Para que un terremoto origine un tsunami, el fondo marino debe de ser movido abruptamente en sentido vertical, de ese modo el océano es impulsado fuera de su equilibrio normal; cuando esa inmensa masa de agua trata de recuperar su equilibrio, se genera una serie de olas. El tamaño del tsunami está determinado por la magnitud de la deformación vertical del fondo marino.
Un tsunami puede viajar hasta 800 km/h, en mar abierto; cuando un tsunami arriba a la costa, disminuye su velocidad, esto debido a la poca profundidad y la fricción con el fondo, por lo que aumenta su altura, alcanzando hasta decenas de metros.
Algunas personas lo conocen bajo el nombre no técnico de Maremoto, sin embargo, en el año de 1963 en un Congreso Oceanográfico Internacional, los países miembros llegaron al acuerdo que se debía de unificar un criterio técnico para que fuera utilizado en forma universal, es por ello que a partir de esa fecha, se utiliza el término Tsunami, palabra de origen japonés compuesta por «Tsu» que significa puerto y de «nami» que significa ola (ola en puerto u ola escondida).
Según el Instituto de Geociencias, de la Universidad de Panamá en el istmo a través de su historia, han ocurrido al menos 12 tsunamis. El más significativo de ellos, generó un tsunami de tipo local ocurrido a las 3:30 de la madrugada, del 7 de septiembre de 1882, con epice3ntro frente a las costas de Guna Yala, la intensidad de aquel movimiento sísmico osciló entre los 7.71 y 7.92 de la escala Richter, tuvo una duración de 60 segundos y generó tres fuertes réplicas, dejando víctimas en la ciudad de Panamá y la Comarca de Guna Yala, como en América Central.
Las ondas de tsunami, parecen muros/ paredes de agua y pueden atacar la costa y ser peligrosas durante las 6 primeras horas, con intervalos de olas de entre 5 y 60 minutos. Necesariamente la primera ola, no es tan peligrosa, las sucesivas por el arrastre de escombros flotantes que fueron destruidos por las olas anteriores, son generadoras de destrucción. Después de que una ola llega o inunda tierra adentro, retrocede hacia el mar, a menudo tan lejos que se puede ver el lecho marino expuesto.
Durante los últimos años, nuestro país se ha sumado a los 31 países y 17 territorios de la Región del Caribe y en más de 30 países de la cuenca del pacífico, en la preparación de los simulacros de Tsunami, participando en los ejercicios regionales al respecto, denominados Caribe Wave y Pacific Wave, eventos anuales que se realizan por separado, cuyo objetivo es el de validar y mejorar las capacidades de respuesta de los países en sus Sistemas de Alerta Temprana ante Tsunami, beneficiando a cada uno de ellos, evitando la mayor cantidad de pérdidas humanas.
La reducción y prevención de riesgos de desastres, debe ser la meta; los simulacros y ejercicios comunitarios dejan un valioso aporte en cuanto a la capacitación de la población en materia de gestión integral como preparación para desastres, ya que contribuyen a desarrollar las capacidades necesarias en nuestras comunidades costeras para disminuir la vulnerabilidad de las mismas. Además brindan la oportunidad de que los organismos encargados de la gestión de emergencias pongan a prueba sus medios de comunicación operativos y examinen sus procedimientos de respuesta ante estos eventos.
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